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EL TIO CHARRANCHANCHÁN

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Una vez estaba un pescador vecino de Peralejos de las Truchas pescando truchas en el Oceseca (el río de la Hoz Seca). Como se le dio bien se le hizo tarde y se decidió a pasar la noche en la cueva del Chan y seguir pescando por la mañana. Así llevaría un buen saco de pescado a su casa.

Encendió lumbre y se dispuso a prepararse unas truchas asadas para cenar antes de irse a dormir. El tío Charranchanchán estaba por allí y se propuso también cenar esa noche. Comenzó a tirarle chinas al pescador. El pescador empezó a inquietarse: “Seas quien seas, deja de tirarme piedras y baja a comerte unas truchas conmigo que te invito”.

Pero el tio Charranchanchan ni contestó, siguió tirando piedras al pescador. El pescador estaba ya enfadado, pero volvió a invitar al que fuese: “Por favor, ya te he dicho que te nvito a cenar unas truchas conmigo, pero baja de una vez y deja de tirame piedras: Podemos pasar la velada juntos”. A esto bajó el tio Charranchanchán y se planto delante del asustado pescador: “Si que vengo a cenar contigo, pero no cenaré truchas, te cenaré a ti”. El tio Charranchanchán reduzco al pescador sin problemas y lo ató con una soga. Acto seguido comenzó a preparar las cosas para comerse cocinado al pescador.

El asustado pescador no dejaba de suplicar por su vida: “Por favor, no me comas, sólo soy un pobre pescador que pesca para sobrevivir y mantener a mi familia. Puedes llevarte todas las truchas si quieres, pero no me mates”. Pero el tio Crarranchanchán seguía inflexible. El pescador pensaba en cómo escaparse, pero el tio Charranchanchán lo había atado muy bien. De repente tuvo una idea: “Por favor, déjame cumplir una última voluntad. Déjame ir a cagar por última vez”. Pero el tio Charranchanchan pensaba que se quería escapar: “No te dejo ir, que intentarás escaparte”. El pescador insistió: “Déjame ir, así estaré mucho más sabroso”. El tio Charranchanchán accedió: bueno, te dejo ir pero no te separes de aquí”. El pescador replicó que tenía que alejarse algo, que sería menos molesto para el tio Charranchanchán. El tío Charranchanchán volvió a ceder: “De acuerdo, pero te ataré la soga al pie y sólo podrás ir hasta donde llegue la soga. Y hay de ti si intentas escapar, tendrás una muerte horrible”.

El pescador se fue a cagar hasta donde le permitió la longitud de la soga y se desató el pie. Hizo un montón de escupitajos justo cuando el tio Charranchanchán le preguntó por primera vez: “¿Has cagado ya?” a lo que el pescador respondió: “No”. El montón de escupitajos desde entonces repetían la última palabra del pescador.

El pescador aprovechó para escapar corriendo. Cuando iba subiendo por el Barranco Ginés el to Charranchanchán volvió a preguntar:”¿Has cagado ya?” y el montón de saliba respondió:”No”. Cuando el pescador estaba ya encima del barranco de Los Rincones el tio Charranchanchan volvió a preguntar:”¿Has cagado ya?” y la saliba volvió a responder: “No”. “Mira si cagaras nudos de soga...” replica el tio Charrancanchán. Cuando el pescador llegó a El Rebelloso, volvió a preguntar el tio Charranchanchán:”¿Has cagado ya?” pero el charco de saliba se había secado y no hubo respuesta. Volvió a preguntar el tio Charanchanchán sin obtener respuesta, así que siguió la soga hasta que llegó al final y descubrió el engaño: “Ha maldito, me has engañado, pero te cogeré antes de llegar al pueblo y acabaré contigo”. Se lanza el ti Charranchanchán corriendo tras el pescador.

Cuando el pescador a subido al Collado del Cotillo, el tio Charranchanchán ya esta asomando por El Rebelloso. Cuando el pescador pasa el royo Cocera y se planta a la altura de la Batitisa el tio Charranchanchán ya ha traspuesto el collado del Cotillo: “Corre corre maldito, que no escaparás”. Cuando el pescador va a la altura del Sabinarejo, el to Charranchanchán ya está en Cocera. Poco a poco se va reduciendo la distancia, va viendo el pescador:”Me está alcanzando, a este paso no se si llegaré al pueblo y me salvaré”. Cuando el pescador llega a los Pies, el tio Charanchanchán ya está en la Virgen de Ribagorda, el pescador a apretado el paso, pero el ti Charranchanchán le va a la zaga cada vez más cerca. Cuando el pescador llega al Cerro Barranco el tio Charranchanchán ya baja la cuesta de los Pies y le puede oir gritar:”Ya puedes correr todo lo que quieras, que de esta note vas a librar. Cuanto más corras, más hambre tendré”. El pescador llega a Bacobartillo y el tio Charranchanchán cada vez está más cerca, ya acaba de pasar el royo de la Canaleja, a poco más de cien metros. El pescador ya ve alguna luz del pueblo y se hace ilusiones, aprieta el paso para intentar salvarse. Cuando llega al Calvario, en la entrada del pueblo, el tio Charranchanchán está a menos de 50 metros: “Ya eres mio maldito, no te vas a escapar de tu destino”. El pescador entró corriendo exhausto en el pueblo por la calle de La Cañada, con el tio Charranchanchán pisándole los talones. Gira a la izquierda para coger la calle de La Trucha, donde vive y ya siente el aliento del tio Charranchanchán en su cogote:”Ya eres mio, por fin te voy a capturar”. El pescador comezó a llamar a su mujer para que le abriese la puerta: “María, María... rápido abre la puerta, rápido...” La tia María bajó en camisa y justo abrió la puerta y entró su marido sin aliento y con la cara desencajada de miedo, pero sin detenerse y con gran rapidez cierra la puerta. Se escucha un ruido al arañar algo la puerta y clavarse en la misma: es el tio Charranchanchán que ha clavado las garras en la puerta de madera. “Maldito, esta vez has tenido suerte y has escapado, pero la siguiente te atraparé” Y el tio Charranchanchán se volvió a marchar a su rochas y su cueva. El pescador no volvió a subir nunca por aquella zona de pesca.

Las marcas que dejó el tio Charranchanchán en la puerta se reconocen todavía en la puerta del ti Mariano y la tia Ascsión, en la calle de La Trucha, como advertencia a pasar las noches cerca de la cueva del Chan. (por cierto, son marcas como manos de 7 dedos).